martes, 28 de mayo de 2013

NUESTROS POLÍTICOS LOCALES Y SUS JUEGOS FLORALES


AVISO A NAVEGANTES
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Todos los años, cuando llega la fiesta grande del primaveral mayo a nuestro municipio, nuestros partidos locales se ponen cursis y les da por entregar premios y distinciones. Y no reparan en adornos líricos hacia los premiados porque entre los primeros impulsos del buen militante (no olvidar que militante viene de mílite, es decir: soldado) está naturalmente el de ser agradecido...al que le debe el cargo generalmente. Y así, el PSOE ha creado el premio de la Rosa, los del PP su premio "Populares", e IU nos reserva en nuestro municipio la fiesta del PCE para pasado el verano, y con un óbolo de 2 euros se puede acceder si la suerte acompaña a un magnífico viaje al paraíso caribeño del proletariado: la Cuba del castrismo.

Nada que objetar a esta fiebre de nuestros políticos locales por los juegos florales en que han dado en incurrir cuando se aproximan las fiestas, salvo por una razón: que se trata de premios para premiarse a sí mismos. Y además, para halagar al premiado claro está, que henchido de emoción (no hay nada como la adulación para alimentar el ego), acepta exhibirse entre los suyos con la sonrisa de oreja a oreja y ya puesto no se resiste a dar un mitin plagado de lugares comunes.

Nuestros partidos políticos si algo son con seguridad (ellos mismos lo aseveran) es poco, muy poco democráticos. En realidad, los puestos y puestecillos (retribuidos por todos nosotros, claro) que ocupan muchos de sus militantes se los deben a la decisión de los premiados. Y como estructuras (bastante anquilosadas desde luego) de poder que son, si se caracterizan por algo es porque en esa lucha por el poder no faltan episodios de ensañamiento con navajas cachicuernas entre las familias que se enfrentan en la contienda. Y de eso no se libra ninguna formación. De ahí que cada comité local, no solo seleccione para el premio a alguno de sus conmilitantes, sino que, claro está, el premiado ha de ser un prócer de la propia familia dominante de la agrupación correspondiente. 

Es inenarrable el dulce encanto de nuestros partidos políticos, ensimismados por el incienso que babea el responsable local de turno cuando le toca elogiar los méritos del premiado. Al que lo adornarán todos: ejemplar, generoso/a, leal, sacrificado/a, trabajador/a, honesto/a, etc.. Pero hay uno del que sin mencionarlo es bien visible: es el que manda o es amigo o amiga del que manda. Son como la edición rediviva de los viejos juegos florales tan del gusto del franquismo.

Los problemas locales y no locales pero cotidianos que nos aquejan están ahí y amenazan con seguir por mucho tiempo. No los vamos a enumerar porque son largos y, en algunos casos, peliagudos. Pero ellos, nuestros políticos locales, siguen perdidos y a refugio en su perfecto mundo militante: premiándose a sí mismos como si buena parte de ellos no fueran o hubieran sido parte del problema. Es el lamentable espectáculo de comprobar cómo se dedican a premiarse (en realidad a hacerse la pelota) por haber fracasado y estar orgulloso de ello. Y este es el panorama que nos espera por delante, porque con estos bueyes parece que tendremos que arar la tierra.

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