jueves, 20 de diciembre de 2012

CON NUESTROS MEJORES DESEOS

DESDE ESE SAN FERNANDO DESCONOCIDO, NUESTROS MEJORES DESEOS
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Descansemos de nuestras tribulaciones por unos días para reposar y gozar de otros placeres. Desde ese San Fernando desconocido, pero que mereció la atención para que el portentoso Rafael Sánchez Ferlosio lo describiera hace muchos años con minuciosa precisión; un paraje en otros tiempos bullicioso e invadido por jóvenes domingueros de la capital desplazados en bicicleta. O allí, también el mismo lugar, donde unos años antes, de cuando la República, los del GATEPAC quisieron convertirlo en la playa de Madrid.

Con nuestros mejores deseos para los seguidores de nuestro blog, sus numerosos visitantes, y en general para todos aquellos que se esfuerzan diariamente por superar los duros tiempos que vivimos. Nada mejor que recordarles cómo veía Sánchez Ferlosio la aridez polvorienta de un agosteño festivo vivido a orillas de nuestro Jarama en los años cincuenta, por un grupo juvenil en un lugar muy cercano a nosotros. Algunas de sus imágenes aún perduran en la actualidad, aunque al mismo tiempo de tan familiar, sea tan ignorado. Que los tiempos que vengan sean más propicios para todos.

EL EQUIPO REDACTOR DE EL MOLINO DE SAN FERNANDO
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EL JARAMA, R. Sánchez Ferlosio, Premio Nadal 1955
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Puente del Ferrocarril de RENFE en San Fernando de Henares a su paso por el río Jarama a pocos metros de la estación. Ejecutado para el enlace Madrid - Zaragoza en 1850, Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid, y catalogado por el Plan General de Ordenación Urbana de San Fernando de Henares. Rafael Sánchez Ferlosio lo inmortalizó en su obra El Jarama, premio Nadal de novela de 1955.

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"- Mirar, por allí arriba pasa el tren.
  
Había un puente de seis grandes ojos de ladrillo, y aún más atrás el de Viveros, junto a las casas de La General. La arboleda, a los pies del ribazo, era una larga isla en forma de huso, que partía la corriente en dos ramas desiguales. La de acá, muy estrecha y ceñida al terraplén, se había dejado secar por el verano y ahora no corría. De modo que la isla estaba unida a la tierra por este costado y se podía pasar a ella en casi toda su longitud, sin más que atravesar el breve lecho de limo rojo y resbaladizo."

El Jarama, R. Sánchez Ferlosio, 1955

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